Llamados por Dios una serie de hombres y mujeres se constituyen formalmente para ir dando discernimiento de lo que son los Misioneros y Misioneras del Amor Sacramentado. El nos llamó a cada uno por nuestro nombre y nos envió a ser luz en medio de las tinieblas. En respuesta a los signos de los tiempos nos convertimos en agentes de cambio realizando nuestra tarea y a su vez viviendo los consejos evangélicos. Somos una comunidad ECUMENICA y MIXTA, así que no importa la denominación cristiana en que estés o tu estado civil puedes ser parte de nosotros.
Compartimos una vida en común, rezando durante el día en comunidad, llevando a los más pobres la buena nueva de una manera particular y con un toque esencial. En muchos de los casos con el simple hecho de vivir el Evangelio a su lado o transmitirlo por medio de la alegría y la paz. Darle no solo pan o abrigo al que no tiene, sino hacernos partícipes de la profundad de su situación y abrazándole sinceramente. Ese encuentro único y responsable a nuestro llamado es que el nos distingue y nos hace participe del amor comunitario.
Nuestras características particularmente se van en el acercamiento comunitario y el ayudar a las comunidades a desarrollarse y ser autosuficientes, proveer servicios de diversas obras sociales, mantener una vida común, una vida de oración y de contemplación constante y hacer acercar a Jesús a las comunidades pobres, donde el esta presente en ellos. De esta manera todos tienen participación y colaboran de alguna manera con nuestro proceso. Para ello recordemos las palabras de San Agustín:
“La medida del Amor, es amar sin medida”